Capítulo Quinto: Falsas Apariencias – Parte 2
– ¿Pero qué cojones me has hecho? ¿QUÉ LE HAS HECHO A MI BRAZO? – El tono de voz de Noa denotaba un más que lógico enfado
– Yo, lo siento. Me asusté y reaccioné instintivamente – hice una inclinación de cabeza para mostrarle mi arrepentimiento – Pero estaos tranquila, con unas pocas atenciones se os pasará en breve. Yo os cuidaré
– No te necesito, sé curarme sola
– Permitidme que os corrija. Si pretendéis curaros sola con vuestras habilidades vampíricas os costará más de lo normal, ya que esa podredumbre no es del todo normal. Está afectada por magia oscura y eso la hace más complicada de tratar.
– Más te vale que no me quede marca y esté todo tan perfecto como antes – exigió Noa
– No seas así – dijo Victoria – Markus estaba asustado, y además no sabía cómo pedirte una cita. Y por eso te ha hecho lo del brazo, así ya tiene excusa para quedar contigo unos cuantos días
– ¿Es eso verdad? – Noa me miraba con una mirada pícara y su sonrisa seductora.
– Esto, sí, no, puede, no sé. No me cambiéis de tema – estaba muy nervioso – ¿qué estáis haciendo aquí? – cambié de tema
Noa y Victoria se quedaron mirando una a la otra y se sonrieron.
– Pues que salimos a ver que había por la ciudad y vimos este lugar. A las dos nos picaba la curiosidad al ver este sitio abandonado y cerrado. Hemos investigado un poco por la ciudad, pero no nos han querido decir nada – dijo Vicky – ¿Y tú?
– Pues estoy haciéndole un favor a un amigo. Por cierto, ¿no habréis visto una especie de mano de jade?
– ¿Cómo ésta? – Noa hizo unos gestos y apareció una imagen de una mano hecha de jade
– Supongo que sí
– Pues no, no la hemos visto. Pero si quieres podemos ayudarte a buscarla – Y la mano desapareció
– Os estaría muy agradecido si pudierais echarme una mano en este asunto – se me quedaron mirando con cara extrañada. Siguen sin entender mi refinado y sutil humor.
– Como dice Noa. Humor bávaro
Noa estalló en carcajadas, se acercó a mí y me cogió del brazo.
– Por eso me gustas tanto. Qué lástima que seas un cadáver – Noa me miró con atención – Joder Markus, ahora que me doy cuenta, estás en los huesos. A ver si comemos más
– Eso que es, ¿humor búlgaro? Porque es bastante malo, no como el bávaro que es inteligente y refinado
Noa iba a responderme algo cuando escuchamos un ruido.
Maldita sea, no estábamos solos. Debí de haber supuesto que el ruido del piso de arriba no podrían haberlo hecho ellas.
No sé qué me pasa, pero cuando Noa se encuentra cerca de mí, no me concentro y cometo fallos y despistes.
Tendré que alejarme de ella.