Capítulo Segundo: El Circo de los Extraños – Parte 1
No tenía nada mejor que hacer aquí, además, me picaba la curiosidad por saber quién había dejado esa nota en mi laboratorio, y también estaba ansioso por descubrir que más cosas nuevas se habrían inventado o descubierto en estos últimos cien años.
Nos volvimos a meter en el animal mecánico que usaban como medio de transporte. Coche o automóvil creo que es lo llaman. Qué nombre más curioso para una especie animal.
Estuvimos un rato de viaje hasta que decidieron estacionar el coche cerca de la vera del río.
– Bueno, tenemos que bajar al río y continuar desde allí hasta la feria, que el circo se encuentra su interior – dijo Henry
– ¿Disponéis de una barca? ¿Y un muelle de atraque? Sí que debéis de ser rico – le respondí
– Pues sí, soy bastante rico, y, ¿para que querría una barca si vamos a ir andando?
– ¿Bajar al río y continuar andando? no comprendo – estaba realmente intrigado – ¿acaso tenéis poderes mágicos? ¿cómo vamos a caminar los demás por encima de las aguas?
– El circo se halla en el viejo cauce del río Turia. Es el viejo porque después de la riada de 1957, se desvió el cauce por fuera de la ciudad para que, en el caso de otra crecida, la ciudad no se volviera a inundar. Y el que transcurre por fuera de la ciudad que es el nuevo cauce del río Turia
– Una riada. ¿Y hubo que lamentar muchas desgracias? – entonces me di cuenta de un detalle – Esperad un momento, ¿en qué año habéis dicho que fue la riada?
– En 1957, ¿por?
– ¿Y en qué año estamos ahora? – me estaba poniendo nervioso
– En el 2016
– ¿Después de Cristo? ¿Seguimos contando los años desde el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo o hemos cambiado la manera de contarlos? – estaba empezando a faltarme el aire. Sabía que es algo mental, ya que no necesito respirar, pero eso no evitó que mi nivel de nerviosismo fuera aumentando
– Sí, claro, que sistema quieres que usemos, ¿el del nacimiento de los Beatles? – respondió Victoria
– Oh mein Gott! – exclamé mientras me sentaba en el suelo – Eso quiere decir que tengo más de mil años y que he estado en letargo por cerca de seis siglos
Eso explicaba esa diferencia abismal de avances tecnológicos.
Y por eso se extrañaban de mi forma de presentarme y de hablar. En cuanto tenga tiempo, debo ponerme al día. Tengo que averiguar todo lo que perdí esa fatídica noche de agosto de 1444.
Mientras yo estaba con mis divagaciones, llegamos a la feria.