Capítulo Séptimo: La Bella y la Bestia – Parte 3
No sé cuánto tiempo estuve caminando, pero me costó una eternidad alcanzar el otro lado.
Cuando llegué, vi una habitación como la anterior, pero esta estaba hecha de la misma piedra que la torre. Y no estaba vacía. En el centro había uno de esos enormes hombres con el casco en forma triangular con el que Noa y yo nos habíamos enfrentado de camino a la ciudad.
Detrás de él se encontraba Silencioso, el compañero albino de Jay y Bob, encadenado a la pared. Y entre Silencioso y el hombre musculado se encontraba la pequeña Laura.
La pequeña Laura había recuperado la sonrisa, pero había algo extraño en ella, algo maléfico en su manera de reír. Portaba una espada enorme hecha de plata.
- Al final habéis llegado. Mira que sois lentos. Aunque no veo a tus compañeros – en ese momento algo golpeó la puerta
- ¿Laura qué haces tú aquí?, éste no es un sitio seguro para una niña
- No te enteras de nada Solitario. Me gustaría contártelo, pero entonces tus compañeros atravesarán la puerta y habrá menos diversión
¿Solitario? ¿por qué me llama Solitario? pero no tuve tiempo de perderme en divagaciones porque rápidamente alzó la espada que empezó a brillar con un fuego negro. Expandí mis sentidos buscando alguna posible salida.
Mientras miraba por los alrededores me fijé en que el cabeza triangular y Laura tenían la misma aura. Gris, apagada, sin vida. Pero la espada brillaba con un aura llena de vida. Solo había visto un aura así, y era la de Laura, por lo que en el ritual debí de alguna manera traer a un habitante del inframundo mientras desterraba a la pobre Laura.
Intenté pasar al mundo espiritual para poder liberar el alma de Laura que estaba atada a la espada, pero aún estaba débil. Todavía no estaba recuperado por completo.
Laura me atacó, y como gesto reflejo intenté coger la espada con las manos. Al hacer ese gesto detuve el golpe.
Para mi sorpresa, no me pasó nada, ningún corte ni miembros volando, porque la había cogido por el mundo espiritual.
Había conseguido pasar parcialmente de mundo así que al menos había recuperado una parte de mi poder. Veremos si es suficiente.
En ese momento la puerta reventó y entraron dos hombres lobo y Vicky transformada en mujer gato. Acto seguido entraron Noa y Henry, por ese orden. Maldito cobarde.
La puerta había golpeado a Laura y la había mandado al otro lado de la habitación, mientras la espada había salido despedida de sus manos y estaba debajo de donde se encontraba Silencioso encadenado.
El hombre de la cabeza triangular cargó hacia los licántropos. Era un combate espectacular y digno de ver. Los golpes iban y venían a diestro y a siniestro.
Las garras de los cambiaformas rasgaban la piel del ser como si fuera mantequilla, pero conforme se abría la herida, esta se cerraba igual de rápido.
Mis compañeros recibían golpes y también los regeneraban, pero no tan rápido como el cabeza triángulo. Debía hacer algo, si no estaríamos perdidos.
Me centré en la espada, ya que parecía la fuente de poder del ser. Me puse a intentar liberar el alma de Laura para que nos ayudara, cuando vi el espectro de una persona detrás del ser de cabeza triangular.
Estaba muy demacrado y destrozado, lleno de garrazos y cortes por todos los lados. A cada instante le surgían nuevas laceraciones, que coincidían con las que los licántropos le causaban al ser triangular.
Ahora lo entendía, todas las heridas físicas se le están pasando al espíritu que las sufre, por eso se cierran tan rápido, mientras el cuerpo físico continua inmune y peleando al máximo de las capacidades.
Si destruyo al espíritu, podrían destruir al hombre triangular.
Cerré los ojos y dejé que mi conciencia se expandiera y enredara al fantasma.
Me estaba costando atraparlo al no estar completamente en el mundo de los espíritus, si quería atraparlo, debía cruzar completamente.