Capítulo Séptimo: La Bella y la Bestia – Parte 4
Hice acopio de todas mis fuerzas y concentración. Era difícil concentrarse con todo el barullo y estrépito del combate que se estaba desarrollando a mi alrededor, pero debía cruzar por Laura. Ella estaba en esta situación por mi culpa.
De repente, todo se quedó en silencio. Había conseguido pasar. El aspecto de la habitación en este lado no era muy distinto al del mundo real, lo que era bastante extraño, ya que suelen haber bastantes diferencias de aspecto entre un mundo y otro.
Pero no podía perder más tiempo en tratar de averiguar los motivos de que no hubiera cambio de aspecto, tenía que actuar rápidamente si no quería que las cosas se salieran de madre.
Me acerqué hacia dónde estaba el espíritu y lo agarré con las dos manos. Una vez lo tuve atrapado empecé a consumir su esencia.
Todo su ser estaba siendo absorbido por el mío. Todos sus recuerdos y pensamientos. Había sido un hombre malvado y depravado, por eso había sido condenado a sufrir eternamente las heridas que sufriera el cabeza triangular, para que pudiera comprender todo el dolor que había causado.
Él se había dado cuenta de todos sus errores y aceptaba con resignación el castigo. Su último pensamiento antes de ser absorbido completamente fue “Gracias”.
Volví al mundo real y empecé a ver como el plan había surgido efecto. Las heridas del cabeza triangular ya no se cerraban y, aun así, esa mole era capaz de aguantar un castigo físico increíble.
De alguna manera se había dado cuenta de quién era el culpable de esa situación, puesto que se dirigía hacia mí y no para darme las gracias precisamente, cuando de repente apareció Noa delante de mí con la ballesta que había cogido al guardia la noche de mi despertar y empezó a dispararle.
Mientras ocurría todo eso, Laura había cogido la espada del suelo, se había colocado delante de Silencioso y acababa de atravesarse el pecho empalándose junto a Silencioso.
Actué rápidamente. La vida de Silencioso se escapaba así que saqué su alma del cuerpo y también la de Laura de la espada. Ahora no había tanta resistencia, por lo que me fue más sencillo.
- Noa, desempala a Laura y a Silencioso, rápido – le dije – antes de que los cuerpos sufran daños irreparables
- Madre mía, ¿qué ha pasado? – dijo Noa mientras se giraba
- Luego te lo cuento, pero por Dios y todo lo más sagrado. Libéralos ¡YA!
Noa se apresuró en ir. Sacó la espada y el cuerpo de Laura cayó inerte. Estaba seco, irreparable. El cuerpo de Silencioso mostraba signos de corrupción, pero eran leves, centrados alrededor de la herida, así que decidí meter el alma de los dos en el cuerpo de Silencioso.
Ya tendría tiempo luego de poner a cada uno en un cuerpo.
- ¿Ves cómo no necesito tu ayuda ni tu protección? – dijo Noa con una sonrisa en la cara – soy más que capaz de cuidar de mi misma, y de ti, si es necesario
En ese momento el espíritu del cabeza pirámide blandió un último golpe de frustración hacía Noa mientras los licántropos se abalanzaban sobre él.
Me tiré sobre Noa, rodeándola con mis brazos, y absorbí el impacto con mi cuerpo.
- No sabía que fueras tan fogoso y agradecido. Pero yo sé una manera mejor que un abrazo para agradecerme que te haya salvado la vida
Un abrazo, sí claro. El impacto no sólo me produjo una herida en la espalda, si no que además me habían drenado una parte de mi esencia, de mi ser, para protegerla, ya que esa espada atacaba en ambos mundos, y ella piensa que es un abrazo.
No voy a quitarle la ilusión, un caballero hace lo que sea por su dama. Dejémosle creer que ella me ha salvado hoy a mí. No necesito reconocimientos ni halagos, solo la necesito a ella.