¿Por qué hay que prohibir que nos manipulen el cerebro ante de que sea posible?
El científico Rafael Yuste, reclama a los gobiernos la creación de nuevas leyes frente a los riesgos de la neurotecnología
A este neurocientífico, catedrático de la universidad de Columbia (EEUU), le preocupa que, mediante la neurotecnología, se pueda descifrar y manipular el pensamiento de las personas. Así, pide una regulación de los derechos sobre este tema.
Algunos experimentos realizados fueron la manipulación del comportamiento de unos roedores actuando sobre unas neuronas concretas. También la conexión de una persona invidente a la red con la ayuda de una prótesis visual. Pudiendo incluso aumentar a gran escala las capacidades mentales pudiendo “crear” soldados con supercapacidades.
Hace años, la idea de regular los neuroderechos era un planteamiento muy lejano, pero con la rápida evolución de la tecnología en este campo, la situación es mucho más urgente ya que hay cada vez más compañías invirtiendo en el desarroyo de interfaces que permitan conectar la mente de los humanos con computadoras para obtener resultados como aumentar las competencias cognitivas del usuario con el riesgo de la pérdida de la privacidad mental. Otras aplicaciones de la neurociencia son el uso que se le ha dado en China a unas diademas que leen las ondas cerebrales mostrando el nivel de concentración de sus usuarios. Así, se ha abierto un filón en el hecho de la obtención de datos de las neuronas que determinadas empresas quieren exprimir ya sea para vender esa valiosa información o darle otros usos.
Yuste, lanzó su iniciativa por los neuroderechos tras debatirlo en Columbia con un equipo de veinticinco especialistas en neurociencia, derecho y ética denominado “Grupo Morningside”.
La neurobióloga Mara Dierssen, que no está implicada en la iniciativa de Yuste, destaca los problemas bioéticos derivados de las posibilidades de mejora del ser humano mediante neurotecnología. Dierssen resalta que “a largo plazo se pretende que los implantes puedan entrar en el campo de la cirugía electiva para quienes quieran ‘potenciar su cerebro con el poder de un ordenador”. “¿Qué consecuencias puede tener la neuromejora en un mundo globalizado, biotecnificado y socioeconómicamente desigual? Inevitablemente surge la gran pregunta de en qué medida esas técnicas serían accesibles a todos”.
NUEVOS ‘NEURODERECHOS’
El grupo impulsado por Rafael Yuste desarrolla sus preocupaciones en torno a cinco neuroderechos:
1.- Derecho a la identidad personal. Estos especialistas temen que al conectar los cerebros a computadoras se diluya la identidad de las personas. Cuando los algoritmos ayuden a tomar decisiones, el yo de los individuos puede difuminarse.
2.- Derecho al libre albedrío. Este neuroderecho está muy conectado con el de la identidad personal. Cuando contemos con herramientas externas que interfieran en nuestras decisiones, la capacidad humana para decidir su futuro puede verse en entredicho.
3.- Derecho a la privacidad mental. Las herramientas de neurotecnología que interactúen con los cerebros tendrán capacidad para recopilar todo tipo de información sobre los sujetos en el ámbito más privado que podamos imaginar: sus pensamientos. Los expertos consideran esencial preservar la inviolabilidad de los ‘neurodatos’ que generan los cerebros humanos.
4.- Derecho al acceso equitativo a las tecnologías de aumentación. Yuste cree que las neurotecnologías traerán innumerables beneficios para los humanos, pero teme que se multipliquen las desigualdades y privilegios de unos pocos, que accedan a estas nuevas capacidades humanas.
5.- Derecho a protección contra sesgos y discriminación. En los últimos años hemos conocido numerosos casos en los que los programas y algoritmos multiplican los prejuicios y sesgos. Este derecho pretende que esos fallos se busquen antes de ponerse en marcha.